Pasando dos días en Asís (Assisi me suena mejor). Hemos amanecido a -2°C y estoy esperando a que suba un poco la temperatura para salir. Aunque este sol no calienta demasiado, hay que darle una oportunidad... Entretanto, mis primeras y desordenadas impresiones de ayer;
Notas:
- Al sol de finales del otoño, estos campos de olivos y estas colinas tan verdes resplandecen de una forma muy especial, sobre todo al atardecer, porque el pueblo está en un promontorio sobre el valle, y las brumas nos quedan justo por debajo. Ayer me senté a contemplar el tramonto, o puesta de sol, que con esta atmósfera tan limpia fue espectacular. Merecía la pena combatir el frío para ver cómo iba apareciendo el lucero de la tarde, y luego el azul intenso se fue fundiendo con una franja anaranjada que derivó en rojiza. Si se añaden los cantos de los pájaros y el repicar de las campanas, la estampa era de perfecta paz interior y exterior. Veinte minutos de perfección, bajo la luz de la hermana luna.
Anécdotas:
- Yo estaba sentada sobre un murete de barro cocido, entre casitas de piedra que ofrecían una vista panorámica privilegiada, porque estaban en lo alto de una cuesta. Bajando la pendiente había una ermita cercana. Una colonia de gatos callejeros se me acercó buscando comida (me habían visto beber de una botella de agua) y, cuando vieron que no tenía, se pegaron a mí buscando algo de calorcito. Al final tuve que desenganchar al más descarado, que se me sentó encima, maullando, porque sus uñas me estaban destrozando los pantalones.
Luego apareció una señora que les llevó la cena, y que les había puesto nombre. Así me enteré de que era gata, y no gato, la que se me había plantado en el regazo, y que atendía por Birba (se puede traducir como astuta). Desde luego que lo era, birbissima.
En estas, llegó un señor a contemplar el atardecer. Empezamos la conversación en inglés, pero al poco descubrimos que compartíamos lengua materna. Un hombre encantador. Ecuatoriano, pero según me contó acababa de llegar de Roma procedente de Omán. Llevaba tiempo viajando por todo el mundo, y parecía buen conocedor de cualquier país, de hecho me dijo que de los ciento y noventa y pico países del mundo, había estado en ciento y treinta y pico (lamento no recordar las cifras exactas, lo mío con los números siempre ha sido un imposible). Estuvimos un rato hablando de Europa. Su siguiente destino, antes de volver a América, era Madrid, porque se había convertido para él en una verdadera necesidad revisitarla en cada viaje, por todas las cosas nuevas que descubría en cada ocasión. Me preguntó por mi itinerario, y me sugirió algunos lugares a lo largo de la ruta. Nos deseamos mutuamente buen viaje, aunque es evidente que mis humildes recorridos regionales en Interrail están a años luz de sus líneas aéreas transoceánicas.
- Dí un paseo con la anochecida prematura, iluminada por las luces navideñas de Asís. La Basílica y las principales iglesias están iluminadas con videomapping. Me crucé con muchas monjas, y una de ellas me sonrió mucho. La pobre hermana andaba errada, porque me creyó una colega. En cierto modo lo soy, de la Congregación de las Hermanas Damnificadas por un Mal Corte de Pelo.
La temperatura ha subido hasta unos robustos 0°C y voy a salir a dejarme calentar por el hermano sol.
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