Later.
Sentada en la Vía Borgo Arentino, marcada como passeggiata panoramica, comparto el sol con la hierba y los olivos y los pájaros mientras hago la digestión de una torta al testo de mortadela y pecorino. En la salumeria donde me la han vendido me han regalado el botellín de agua y mucha amabilidad. Porque aquí todo el mundo está imbuido del espíritu del fratello Francisco. No sé si es un requisito que te piden para empadronarte en el comune, pero es marca de la casa. Pongo un par de ejemplos:
- El chico que me ha alquilado la habitación turística tiene su negocio montado justo en el mismo rellano que un hostal (con tantos peregrinos, nunca faltan inquilinos). Del hostal entra y sale gente a todas horas. Bien, pues ayer me pidió que cuando haga el check-out mañana, deje las llaves encima de la mesa y la puerta abierta. Se lo hice repetir tres veces en dos idiomas distintos y al final le dije que sigo sin entender.... Y él se extrañaba de mi extrañeza. Aquí no pasa nada, decía. Y yo: aquí puede que no, pero de donde venimos los que somos de fuera claro que sí, te quedas sin llaves o peor, hacen una copia para entrar cuando quieran. Le dije que yo no me quedaba tranquila, pero él insistía. En fin.
- El otro ejemplo. Hoy he coincidido en parte del recorrido con unos turistas o peregrinos, padres jóvenes que llevaban un niño como de unos diez años de la mano. La criatura claramente tiene un problema mental o neurológico serio, porque pegaba unos alaridos que no parecían emitidos por una garganta humana en una calle de un pueblo, sino por una animal salvaje herido en medio de la sabana. Los pobres padres intentaban calmarlo, pero era peor, porque si le hablaban daba saltos espasmódicos totalmente fuera de sí. Pues nadie se dedicó a curiosear, ni se volvió a mirarles. Nadie se paró a fijarse, ni a comentar. Todo el mundo les dejó pasar con mucho respeto, y supongo que también compasión. No había nada que hacer, salvo dejarles tranquilos. Pero tener la sensibilidad de no curiosear y no entrometerse habla mucho de qué tipo de personas viven aquí. Deben de estar acostumbrados, desde la Edad Media, a que traigan a este tipo de enfermos. Seguro que por entonces les consideraban endemoniados, y les hacían exorcismos...
Se me está quedando el cupo helado, y ya he descansado. Voy a aprovechar la última hora de sol. Luego anotaré mi opinión sobre mi visita a S Francisco, Santa Clara, el foro romano, el castillo de la rocca Maggiore. Y mi opinión sobre el marketing, cómo il poverello lleva siglos dando de comer a toda la comarca, y es comprensible, porque se trata del cuarto lugar de peregrinaje más importante de la cristiandad.... pero a veces lo que se ve en los escaparates no está a la altura. Ayer ví un Buddy Jesus, que empezó a venderse en los USA en los noventa como artículo de broma. Nunca pensé encontrarlo PRECISAMENTE aquí. Por cierto, que comparte escaparates con el joven santo Carlo Acutis. El culto al quinceañero santificado Carlo en mi opinión supera todos los límites. El pobre chico murió en olor de santidad, y me parece muy bien. Lo que no concibo es la manipulación morbosa de su cadáver supuestamente incorrupto. Como lo de las llaves. No lo puedo entender. A dopo.
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