13.1.25

Voy a pasar los siguientes cuatro días en Palermo, con uno de ellos dedicado por entero a la cercana Cefalú. Por mala fortuna, según las previsiones va a estar lloviendo sin parar toda la semana, incluso con tormentas, como ya pude comprobar ayer a mi llegada. No se puede tener todo, considerando además que estamos en invierno. Al menos las temperaturas son suaves. Bajo la lluvia o con sol, el interés que despierta en mí esta ciudad que tengo mitificada sigue intacto.

Por otro lado,  con esto daré por terminado mi recorrido por Sicilia. He estado haciendo cuentas, y la realidad se impone: si quiero estirar el presupuesto que me he marcado para visitar otros países, debo cruzar la frontera de Italia, y continuar viaje en el exterior. De modo que, cambiando de opinión y de rumbo, renuncio a visitar la Puglia y la costa adriática, para volar desde Palermo a Trieste, con transbordo en Roma. Desde Trieste continuaré mi recorrido en tren hacia Eslovaquia y más tarde, Croacia. Tras esto, planes abiertos según se presente el clima meteorológico y geopolítico... 

Mis paseos por Palermo, esquivando los charcos, los relato más adelante. Por ahora cojo el paraguas, y salgo a la calle. La bendita calle, como dice Mauricia, alias "La Dura", en Fortuna y Jacinta, cuando la expulsan del asilo para "arrecogías" y se reencuentra con las calles de Madrid. Genial Galdós. 

A mí nadie me expulsa, más bien me empuja la curiosidad. Por muchos años, espero.

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