Desde la estación de Chartres, tomando un café bien calentito porque tras una ola de calor de pronto han vuelto el frío y la lluvia. Desde hace un par de días en los ferrocarriles hay un "movimiento social", que es como llaman aquí por lo fino a las huelgas. Por una vez me ha beneficiado, porque la SNCF nos ha puesto un autobús de sustitución directo de Tours a Chartres, lo que me ha ahorrado un transbordo engorroso en Le Mans.
Desde la cafetería veo asomar la patita, por encima de los tejados, a esta catedral que se enseñorea de la ciudad, del imaginario colectivo y de todas las miradas. Me dispongo a contemplarla de cerca y ensimismarme largo rato en esta cumbre del gótico, tan gotiquísima en su goticidad.
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