30.1.25

Tras cuatro horas y media de viaje en un tren anticuado y achacoso, atravesando bosques maravillosos y aldeas bastante pobres en general, llego a Rijeka, ciudad portuaria que está situada en el borde de la península Istria y desde parten todas las rutas para llegar a las ciudades costeras más bellas de esta parte del litoral adriático: Rovinj, Porec y Pula entre ellas. No hay línea férrea hasta ellas y yo no conduzco (me saqué el carné hace 30 años pero sólo cogí el coche 15 días). La alternativa que me queda son los autobuses de línea, de modo que me quedo cinco noches en Rijeka para ir explorando la zona con calma. También pretendía visitar la isla de Krk, a la que se llega desde la península por un puente, pero en temporada baja los horarios de los autobuses son sólo de tarde, y el sol se pone sobre las cinco. Un taxi me costaría carísimo, de modo que tendré que dejarlo pasar. Planes abiertos. 

Aquí en la costa tanto el nivel de vida como el talante de la gente son mejores que en la capital. En Rijeka en concreto, siendo paso obligado para turistas y mercancías, se respira un ambiente más positivo y relajado que supongo que se debe a una economía más saneada. La ciudad está bastante mejor cuidada. Ignoro si eso significa que las necesidades de sus habitantes están mejor atendidas, porque en los sitios turísticos ya se sabe que buena parte de lo que vemos es como un bonito decorado para hacer nuestra estancia agradable y placentera y que no pasemos de largo. Pero la gente local con la que me cruzo está desde luego mejor vestida y más distendida que en la capital. 

Rijeka ha debido de ser una lugar de veraneo desde muy antiguo, porque hay muchas pequeñas villas en las lomas y unos cuantos antiguos grandes hoteles y restaurantes junto a su puerto deportivo y en el casco antiguo que emulan a los de la Costa Azul. Y grandes marcas en anchas calles peatonales. El omnipresente Zara tiene un edificio completo, por ejemplo. En el puerto he visto atracados algunos grandes yates, en especial uno que era enorme, bajo pabellón maltés. Un antiguo gran barco de pasajeros se utiliza ahora como restaurante tipo buffet abierto las veinticuatro horas. La temperatura es suave, el día es soleado y los estudiantes se pasean por el puerto esperando el atardecer. Las terrazas, según avanza la tarde, están razonablemente llenas en un día entre semana. El ambiente del centro es el de una ciudad provinciana donde se vive sin muchas prisas. 

Leo que Rijeka es la tercera ciudad más grande de Croacia, y su puerto principal. Debido a la posición estratégica de este puerto, fue una plaza muy disputada y cayó bajo dominio alemán e italiano antes de volver a ser croata. En sus buenos tiempos llegó. Rivalizar con Venecia. Le queda un magnífico teatro y bastante vida cultural, hasta fue elegida capital europea de la cultura en 2020. Tiene una bonita torre barroca con un pasadizo, algunas ruinas romanas, un castillo, un precioso mercado y muchos bonitos edificios decimonónicos, algunos estilo Secession. 

Mi pequeño apartamento aquí está en la tercera uno de esos edificios, con un esquina redondeada rematada por una cúpula y una ancha escalera de elaborada barandilla de forja. Debajo de mí, en el segundo piso, está el Consulado General de Albania. Y justo enfrente se encuentra el hermoso edificio de las Escuelas Italianas, donde desde hace más de un siglo estudian los hijos de la acomodada minoría italiana de Rijeka. Muchas calles llevan nombres italianos, y la cartelería, al menos en el centro, es bilingüe. 

Hoy ha amanecido muy soleado y, como se prevén lluvias en los próximos días, voy a aprovechar para iniciar mis excursiones. 

Notas:

- En la estación de Zagreb he podido ver, mientras esperaba la salida de mi tren, una timba montada en una esquina un poco apartada. Eran las siete y media de la mañana. Los jugadores arrojaban las cartas sobre la mesa como en las antiguas películas del Lejano Oeste, con una mezcla de rabia y chulería. En un determinado momento, uno de ellos empezó una discusión a la que se unieron otros, y como la cosa iba subiendo de tono, Doña Resilia y yo tuvimos que salir de la sala de espera para pasar frío en el andén. 

- El tren que me ha traído a Rijeka desde Zagreb ha realizado unas treinta paradas, la mayor parte en apeaderos lamentables (dos de ellos literalmente en ruinas). Algunos pueblos que he visto al pasar son bastante pobres y otros están en mucha mejor situación, sobre todo según nos vamos aproximando a la costa. Los pasajeros que suben y bajan son en su mayoría campesinos, y he visto a varias mujeres mayores que llevan de un pueblo a otro carritos de la compra llenos , imagino que para vender losnproductos denso huerta en los mercadillos locales. Los hombres son muy altos, y tienen la cara curtida y las manos encallecidas. Sus ropas están desgastadas y se adivina que su situación es precaria. 

El paisaje del interior es montañoso con bosques muy frondosos hasta que se atraviesan los montes y al otro lado del túnel ya es sierra mediterránea que baja hacia el mar. Lo he consultado con Miss Google y me parece que se trata de la cordillera de los Alpes Dinámicos, pero no estoy segura. Sea donde sea y como sea que se llamen las cosas,  lo que está claro es que Croacia es una preciosidad. 

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