Haciendo tiempo en mi habitación mientras llega la hora de coger el autobús de línea para Pula, mi excursión de hoy. Van a dar las siete, partimos en dos horas y la estación de autobuses está a diez minutos, de modo que debería estar relajada si no fuera una neurótica, que lo soy.
He dormido mi segunda noche encima de la cocina, cosa que no había hecho nunca antes y que supongo que será difícil que se repita. Estoy alojada en un piso de un edificio antiguo descascarillado por fuera y señorial por dentro, con un largo pasillo en L y los techos muy altos. Está reformado de tal manera que el aprovechamiento de todo ese espacio da cabida a este apartamento (estudios, más bien) y otros dos más. En el mío, unos pocos metros cuadrados dan para un salón en varios niveles, un baño, una cocina y encima de esta, accediendo por unos peldaños laterales, una cama de matrimonio. Así que por las noches ronco encima del fregadero y el frigorífico. Una experiencia nueva en esta vida supuestamente nómada y levemente bohemia en la que estoy empeñada.
Ayer estuve en Rovinj y Porec. La carretera que conduce hasta allí está en buenas condiciones, salvo un último tramo y otro inicial que está en obras. Las localidades costeras y las casitas de veraneo esparcidas por las lomas están muy bien mantenidas. He corroborado mi impresión de que esta costa turística es otro mundo muy distante del que ví en el interior. Por la noche, al volver, las terrazas están llenas de personas de todas las edades que toman el aperitivo vespertino, con algunos mayores en la típica cena de matrimonios. Me da la impresión de que este es el paraíso de los jubilados bien acomodados. Así es mucho más fácil tomarse la vida con buen humor, y eso se percibe en el ambiente.
Rovinj, o Rovigno en su versión italiana, es el Piran croata: una ciudad de herencia veneciana en la que todos son bilingües y un puerto pesquero en plena actividad, como pude comprobar. Las barcas de remo tradicionales de la zona, las llamadas batanas, ya no se usan. Pero pude ver muchas traíñas, y esa imagen tan marinera de los pescadores remendando las redes. El Adriático aquí es tan intensamente azul como en Trieste, y transparente en la orilla. No hay más que alguna estrecha franja de arena, porque la costa es rocosa. He visto plataformas de piedra desde las que bajan unas escalerillas para facilitar que los bañistas puedan llegar al agua sin peligro. Me parece incómodo, pero no hay otra forma de bañarse por aquí.
La città vecchia o casco antiguo de Rovinj está contenida en una pequeña península, con un montículo rematado por un campanile al estilo de la República Veneciana. Por lo visto, los venecianos ampliaban su imperio marítimo y lo primero que colocaban en su nuevo territorio era un campanile que ya venía de serie. Y para los despistados, unos cuantos leones alados, símbolo de la Serenísima, distribuidos aquí y allá por las calles y plazas. Había en Rovinj un antiguo canal con su puente de piedra, que se rellenó con el tiempo para construir una plaza. El pavimento de las calles es de mármol desgastado por los siglos. Las casas de la zona alta, en torno a la Basílica de Santa Eufemia y el campanile, son de piedra. Las de la zona baja están pintadas en distintos colores con estuco veneciano. La contigua isla de Santa Catalina exhibe una pineda muy tupida que refresca la vista. Me siento al sol en el espigón y lo único que oigo son los graznidos de las gaviotas y el chapoteo del agua contra las rocas. Hay momentos que no tienen precio.
Todo es muy bello. Tanto, que me gusta incluso más que Piran, que me puso el listo muy alto. Paso cuatro horas gozosas paseando sus calles, subiendo sus cuestas y bajando sus escaleras. Esta ciudad se la disputaron muchos imperios (el bizantino, el veneciano, el austrohúngaro, el reino de Italia) hasta que tras la Segunda Guerra Mundial fue incorporada a la antigua Yugoslavia, y ahora tras la guerra de los Balcanes es croata.
En realidad, yo creo que sitios así no son de nadie, que cualquiera que llegue y se enamore del lugar cree que lo hace suyo, pero se engaña porque es el sitio el que te atrapa para siempre con su encanto y hace crecer en ti el deseo de volver. En Rovinj, sus nuevos colonos se llaman turistas y son (somos) un temible pueblo nómada que arrasa con las peculiaridades de cada lugar, porque vaya donde vaya pretende encontrar las mismas tiendas y diversiones, recibir el mismo servicio, encontrar las mismas comodidades, que le hablen en el mismo idioma y pagar con la misma moneda. Nuestro imperio se llama moda, y somos legión (pun totally intended). Pero Rovinj tiene demasiada personalidad, y por muchas hordas de turistas que lo invadan ahí sigue, inconquistable.
De Porec no puedo hablar mucho porque, debido a los horarios del transporte público y a que anochece pronto, no pudo recorrerlo bien. Pero es, como otras localidades de esta parte de la costa, un Rovinj de tamaño más reducido, con toda su belleza y encanto.
Anecdotario:
- Al volver, contrato online para el día siguiente una excursión guiada a los famosos lagos de Plitvice, más al interior. Una vez confirmada, me llama el dueño de la agencia de viajes para avisarme de que una familia de cuatro personas ha cancelado su reserva y soy la única que está apuntada, que no le resulta rentable fletar un autobús para una sola persona y que voy a recibir un reembolso de lo adelantado. Le pregunto cómo es posible que la plataforma web me haya confirmado la excursión si no se iba a realizar. Se disculpa y me cuenta, con toda sinceridad, que es culpa suya porque está viendo un partido de balonmano y se le ha olvidado cancelarla en la web. Se pone muy simpático, me sugiere otros destinos (que me acerque a Opatija, en la Riviera adriática), y quedamos en que me avisará si en los días que me quedan de estancia aparecen más turistas interesados en los lagos. Estás cosas son típicas de la temporada baja, por lo que no me sorprendo en absoluto. A los lagos de Plitvice intentaré ir desde Zadar, mi siguiente etapa. De hecho, Zadar está algo más cercana por carretera (una media hora de menos).
Por cierto, que este campeonato de balonmano (me entero de que es un mundial, y este país es la sede) está siendo celebrado aquí en Croacia como todo un acontecimiento nacional. Le ganaron el partido a Eslovenia (me dio rabia por los chicos de la peña deportiva que me ofrecieron Schnapps en el tren.... pobres, con la ilusión que llevaban). Parece que Croacia le ha vencido a Hungría y ahora juega contra Francia. O al revés, no sé. Esto del peloteo es el panem et circensem de siempre. Con tal de que los hinchas no se peguen a la salida del estadio....
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