3.2.25

 

Cuatro horas de autobús desde Rijeka hasta Zadar, ya en la costa dálmata. A partir de ahora me veo obligada a hacer el resto de desplazamientos por Croacia en autobús: el trazado de las líneas férreas croatas no enlaza la ruta del norte del país con la del sur, sino que te obliga a retroceder y subir hasta Zagreb para volver a bajar hasta Dalmacia. Una locura, porque mis siguientes etapas son Split y finalmente Dubrovnik, que están a poca distancia de donde me encuentro ahora. 

Una vez haya llegado a Dubrovnik, en la punta más meridional de Croacia, no hay trenes que valgan. Tampoco los aeropuertos dálmatas ofrecen vuelos directos ni hacia Bosnia ni hacia Albania, ni hacia Grecia, sino que la oferta existente te obliga a transbordar en Italia o Alemania, con un incremento del precio y de la huella de carbono, y con horarios demenciales de 7, 9, ó 12 horas en rutas que suben, bajan, retroceden y por encima de todo, desaniman. La conclusión a la que he llegado es que ni Croacia, ni Serbia, ni Bosnia ni Albania están demasiado interesadas que promover unas vías de comunicación fluidas entre sus territorios.

La solución sería alquilar un coche para no depender del transporte público, pero yo no conduzco. Y los viajes organizados en temporada baja sencillamente no se organizan, porque la poca demanda hace que no salgan rentables a las agencias (más sobre esto luego).

Cuando las cosas se complican demasiado, mi estrategia de supervivencia, cuando me lo puedo permitir, siempre es la huida hacia adelante (cobarde, lo sé). Mi plan por tanto es renunciar al resto de los Balcanes y volar a Grecia, país turístico por excelencia donde la oferta en temporada baja no desaparece del todo, aunque se reduzca mucho. Todo cogido con alfileres, porque el turismo de invierno es testimonial fuera de las playas y las islas griegas, y en algunas zonas del continente heleno no hay oferta de rutas hasta abril o mayo, ya que no sale rentable fletar autobuses. Espero que los trenes y los ferries griegos abarquen mejor su territorio que los croatas para suplir los vacíos. 

Lo bueno de haber pasado del medio siglo es que no tengo grandes expectativas y por tanto tampoco me llevo grandes decepciones... Y en fin, siempre nos quedará París. 

Retomando el hilo: viajo en autobús desde Rijeka a Zadar, o lo que es lo mismo, desde la costa adriática a la costa dálmata

Desde la costa, subimos hasta atravesar longitudinalmente una cadena montañosa donde veo muchas aldeítas de alta montaña, y también toros, vacas y caballos. Las nubes se enredan en las cumbres. Los pinos asoman sus copas por encima del enjambre de la multitud de ramas secas de los árboles de hoja caduca. Parecen náufragos nadando entre la niebla, en un mar color sepia.

Cambiamos de autobús en Gospec. Doña Resilia es trasladada desde una bodega a la otra por operarios con guantes blancos, y me preocupa que se le suban los humos y a partir de ahora me exija el mismo tratamiento, a mí que a duras penas la voy zarandeando y arrastrando por andenes y pasillos. Creo que se puede ir conformando con que, desde Trieste hasta aquí, todas las aceras por las que ha rodado son superficies lisas. 

Seguimoa en la ruta. Los pinos, con sus ramas cubiertas de nieve, forman un collar blanco alrededor del cuello de las cumbres de los montes más altos. Pasamos muchos bancos de niebla, e innumerables túneles. A la salida de uno de ellos nos reencontramos con el sol, y es como pasar del blanco y negro al tecnicolor. El conductor va despacio porque hay unas ráfagas de viento fuertes y vamos en un autobús de dos pisos. 

En plena bajada hacia la costa, pasamos dos grandes lagos de un azul intensísimo, picados de olas a causa del fuerte viento. No sé cómo se llaman porque hay tantos lagos en esta región que no distingo bien los unos de los otros. Yo quería visitar los de Plitvice, a sólo hora y media de distancia, pero ha sido imposible, lo explicaré más abajo. 

Frente a uno de los lagos, una fecha pintada en un alto muro: Hadjuk 1950. Sospecho que en esa fecha ocurrió alguna masacre o revuelta y lo consulto, pero no. Parece que es la fecha de fundación del equipo de Split, rival del Zagreb. También hay muchos grafitis en Zadar con la fecha 1965, cuando ganaron un no-sé-qué de esos que hacen tanta ilusión. 

Una vez en la llanada que conduce a Zadar y de nuevo hacia la costa, aparecen los olivares y el bosque mediterráneo. También veo almendros en flor. Entramos en esta ciudad por su zona portuaria, y lo que sigue lo escribiré más tarde porque ya he desayunado y voy a salir.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

Copenhague me pone el listón muy alto de cara al resto de capitales nórdicas. Me gusta muchísimo esta ciudad hermosa y dinámica, que combina...