Cuatro horas de autobús desde Rijeka hasta Zadar, ya en la costa dálmata. A partir de ahora me veo obligada a hacer el resto de desplazamientos por Croacia en autobús: el trazado de las líneas férreas croatas no enlaza la ruta del norte del país con la del sur, sino que te obliga a retroceder y subir hasta Zagreb para volver a bajar hasta Dalmacia. Una locura, porque mis siguientes etapas son Split y finalmente Dubrovnik, que están a poca distancia de donde me encuentro ahora.
Una vez haya llegado a Dubrovnik, en la punta más meridional de Croacia, no hay trenes que valgan. Tampoco los aeropuertos dálmatas ofrecen vuelos directos ni hacia Bosnia ni hacia Albania, ni hacia Grecia, sino que la oferta existente te obliga a transbordar en Italia o Alemania, con un incremento del precio y de la huella de carbono, y con horarios demenciales de 7, 9, ó 12 horas en rutas que suben, bajan, retroceden y por encima de todo, desaniman. La conclusión a la que he llegado es que ni Croacia, ni Serbia, ni Bosnia ni Albania están demasiado interesadas que promover unas vías de comunicación fluidas entre sus territorios.
La solución sería alquilar un coche para no depender del transporte público, pero yo no conduzco. Y los viajes organizados en temporada baja sencillamente no se organizan, porque la poca demanda hace que no salgan rentables a las agencias (más sobre esto luego).
Cuando las cosas se complican demasiado, mi estrategia de supervivencia, cuando me lo puedo permitir, siempre es la huida hacia adelante (cobarde, lo sé). Mi plan por tanto es renunciar al resto de los Balcanes y volar a Grecia, país turístico por excelencia donde la oferta en temporada baja no desaparece del todo, aunque se reduzca mucho. Todo cogido con alfileres, porque el turismo de invierno es testimonial fuera de las playas y las islas griegas, y en algunas zonas del continente heleno no hay oferta de rutas hasta abril o mayo, ya que no sale rentable fletar autobuses. Espero que los trenes y los ferries griegos abarquen mejor su territorio que los croatas para suplir los vacíos.
Lo bueno de haber pasado del medio siglo es que no tengo grandes expectativas y por tanto tampoco me llevo grandes decepciones... Y en fin, siempre nos quedará París.
Retomando el hilo: viajo en autobús desde Rijeka a Zadar, o lo que es lo mismo, desde la costa adriática a la costa dálmata.
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