Me quedan por delante largas horas de espera en dos aeropuertos distintos. La escasa oferta de vuelos, dada la temporada y la zona, me obliga a hacer la absurda carambola de subir por el mapa hasta Frankfurt para volver a bajarlo hasta Atenas, siete horas en total, más los previsibles retrasos.
Llego a Atenas de madrugada, pero ya tengo un taxi reservado y me esperarán con el consabido cartelito para llevarme a mi hotel, que tiene conserje de noche. En teoría todas las bases están cubiertas, sólo espero que no me pierdan el equipaje... Mientras tanto, me entretengo con lo que puedo en el pequeño pero moderno y funcional aeropuerto de Dubrovnik, donde me acompaña el escaso personal y una familia francesa en tránsito. Para matar el tiempo, hago un listado de las cosas de Croacia que me han llamado la atención estas semanas. Sin un orden concreto, ahí van unas
Notas:
- Croacia me han parecido varios países en uno, y sobre todo dos zonas muy diferenciadas, el interior y la costa. De Zagreb me llevo el recuerdo de un ciudad señorial y con mucha vida intelectual, pero pasando un mal momento que la tiñe de desencanto, o al menos esa es la impresión que yo me he llevado. Deseo que terminen de reconstruirla pronto y vuelva al optimismo de su pasado esplendor.
En el viaje en tren regional hasta Rijeka, donde había treinta y tantas paradas en otros tantos pueblos y ciudades rurales, pude observar las duras condiciones de los campesinos del interior. Esa gente está pasando miserias en este momento, espero que las dejen atrás muy pronto.
En cambio, tanto en la costa de Istria como en la dálmata he visto un nivel de vida mucho más cómodo, y para algunos, acomodado. Todo está sujeto a las necesidades de los veraneantes y, aunque la gentrificación ya sabemos que tiene muchas consecuencias negativas, a esta zona le ha supuesto un empujón económico y vital. Por fin he visto croatas de buen humor!
- Hay en el idioma croata un falso amigo muy divertido: puta. La gente repite estas cuatro letras a menudo, y yo que siempre llevo las antenas desplegadas por la calle he terminado por consultar lo que significa, muerta de curiosidad: veces. Significa veces. Tres veces = Tri puta. Sin comentarios.
- En Croacia hay muchísimos filipinos. Casi todos los riders de entrega a domicilio son filipinos, y algunas camareras y cuidadoras de niños y mayores también. Cuando libran, se reúnen y pasan juntos el día en grandes grupos, que al principio confundí con turistas. He leído que hay un convenio económico con Filipinas basado en intereses comunes del comercio marítimo, y supongo que estos emigrantes forman parte de acuerdos bilaterales. Me ha parecido que estaban bien asentados aquí.
- De la gastronomía local he probado pocas cosas, por miedo a que mi colon se ponga de mal humor. Con los guisos no me he atrevido. Y la paprika picantona, a la que son tan aficionados aquí, no va conmigo. Entre lo que sí me he arriesgado a probar:
El café aquí no está nada mal. El prsut o jamón croata me ha parecido un embutido muy bueno (aunque prefiero el nuestro, claro). El burek es un hojaldre relleno, normalmente de carne, que también me ha gustado mucho siempre que lo he tomado. Entre los dulces, yo pecadora me arrepiento de haber repetido varias veces los fritule, unos bollitos redondos con rellenos variados y cuya masa recuerda mucho a los donuts. Todo delicioso. Por lo demás, he comprado en supermercados muy buen surtidos cosas corrientes a precios muy altos. No sé por qué motivo la comida tiene que ser tan desproporcionadamente cara en Croacia.
- No creo haber visto un mar tan intensamente azul como el Adriático. Qué colorido espectacular, bajo el sol y bajo las nubes.
- Soy de la opinión de que en los viajes siempre hay que dejarse algo que ver, porque esa es la garantía de regresar algún día. En Croacia he pasado por alto, además Eslavonia, en la parte oriental del país, los parques naturales, sobre todo el de los lagos de Plitvice, y las ciudades con monumentos Patrimonio de la UNESCO como Trogir y Sibenik, en Dalmacia. Y de la multitud se islas, cuevas y frutas saldría una lista interminable ... Algún día.
Aneecdotario:
- Esta mañana me he dado un madrugón para ir sin prisas a la estación de autobuses (media hora de camino) y de allí al aeropuerto (45 minutos de trayecto). En un momento dado, he tenido que acelerar porque de pronto había pasado una hora entera sin darme yo cuenta... para fijarme después en que, al consultar el estado del tiempo en Atenas en mi móvil, he escogido dejarlo como lugar preferente, y el puñetero cacharrito widget de me ha cambiado a la hora local de allí, que es una hora más que en Centroeuropa. Me cachis en la mar salada y en los peces que en ella nadan.
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